Implantado en una ladera de la margen izquierda del río Támega, Vila Boa do Bispo impresiona por su monumentalidad. Este tamaño se puede explicar por la importancia que tuvo a lo largo de los períodos medieval y moderno, destacando la atención que le dedicó el poder señorial, sobre todo el linaje de los Gascos (o de los Ribadouros).
Aunque haya sido profundamente modificado en el período moderno, los restos románicos ayudan a comprender la riqueza histórica de este Monasterio.
En la fachada principal destacan las dos arcadas ciegas que ladean la portada, muy originales, y que ostentan una composición característica del románico del eje Braga-Rates. Estos elementos y otros dispersos por la estructura posicionan la construcción románica de Vila Boa do Bispo entre los siglos XII y XIII. Debido a la existencia de contrafuertes, es probable que la primitiva capilla mayor haya sido cuadrangular y abovedada.
Otro elemento que recuerda la construcción medieval y su relación con la nobleza de la región son las tumbas subsistentes y que indican enterramientos a lo largo de los siglos XIII y XIV.
Su interior es marcado por el espíritu barroco, que a través de varias técnicas y materiales creó un espacio particularmente monumental y luminoso. En los casetones del techo de la capilla mayor se identificaron un conjunto de pinturas murales del siglo XVI, evidenciando la cultura de los canónigos regulares de San Agustín.
Ubicación: Marco de Canaveses